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Los pasos a seguir para establecer normas son:

a) Observar cuidadosamente a los hijos/as.
b) Analizar las situaciones problemáticas.
c) Establecer las normas.
d) Ser coherente al aplicarlas.

a) Como observar a sus hijos/as:

La mera presencia de adultos hace que el niño/a se sienta influido de muchas maneras, de modo que los padres pueden creer que están viendo el comportamiento normal de su hijo/a, cuando en realidad están contemplando un comportamiento influido por su presencia.
Los hijos/as controlan, con mucha frecuencia, lo que quieren que vean sus padres. Por ello hay que ser cauto antes de hacer juicios precipitados sobre el significado del comportamiento de un niño, sobre todo, si antes no se ha observado detenidamente y en muy variadas situaciones.

Para entender los comportamientos y tener una cierta idea de cómo la presencia paterna o materna influye en su comportamiento habitual, deben ser capaces de observar sin que los niños/as se den cuenta de su presencia.
Cuando se observa a un niño/a lo que sí hay que evitar es la tendencia a ver únicamente las cosas que hace mal, en lugar de observar su comportamiento general.
Una de las principales dificultades que experimentan los padres cuando observan a sus hijos/as deriva de su deseo de intervenir en su comportamiento. Esto es especialmente importante, porque el niño/a desarrolla con facilidad una sensibilidad peculiar cuando es observado por los padres, de modo que, si éstos intervienen, resultará más difícil observarle en lo sucesivo.
Al intentar dar normas e imponer unas consecuencias para su transgresión, a los padres les resultará de mucha ayuda saber encontrar a menudo oportunidades para observar a sus hijos/as; las observaciones repetidas proporcionarán una visión más ajustada del comportamiento y de las capacidades del niño/a.

b) Como analizar una situación problemática:

En primer lugar, averigüe cuál es el problema. La mejor manera de definir un problema es identificar un comportamiento que desee usted cambiar.
Una de las tentaciones que más frecuentemente sufren los padres al definir un problema consiste en querer modificar el estado emocional o los sentimientos del niño/a. Lo más eficaz, es tratar de modificar el comportamiento.

Si se consigue modificar un comportamiento, la mayoría de las veces cambia también el estado emocional que sustentaba ese comportamiento. La actitud es una reacción a una
serie de circunstancias y cuando éstas cambian, aquélla suele modificare también. Cuando entendamos qué queremos cambiar en el comportamiento, se nos simplificará enormemente la tarea de poner normas para modificarlo.

Una vez definido el problema, el paso siguiente será analizarlo. Para hacerlo necesitamos toda la información que podamos reunir.
Tras analizarlo, el siguiente paso consistirá en considerar las distintas posibilidades para poder resolverlo. No debemos escoger con prisas una solución; si el problema existe desde hace tiempo, es mejor concederse también algún tiempo para pensar en la solución.

Después de pensar en las diferentes posibilidades, convendrá revisar cada una de ellas teniendo en cuenta si somos capaces de hacer lo que cada posibilidad exija, las consecuencias probables que ello pueda tener en el niño y en nosotros mismos, y también si la solución es razonable en cuanto se refiere a tiempo, energía y dinero. Después de tomar una decisión, habrá que darse tiempo otra vez para organizar un plan de acción.

 

 

c) Como establecer las normas:

¿Qué entenderemos por normas?
• Un planteamiento, por el que el niño/a pueda saber qué se espera de él, cómo y cuándo se debe hacer una cosa.
• Una definición, que proporcione al niño/a la oportunidad de seguir entre lo bueno y lo malo, entre lo que está bien y lo que no está, entre lo que conveniente y lo que no.
• Una comunicación, que permita al niño/a saber la escala de valores que tienen sus padres y qué es lo que los padres consideran como buen comportamiento. La norma permitirá
   a los padres saber cuándo el niño ha actuado de manera poco conveniente o, por el contrario, ha llevado a buen término las tareas encomendadas.
• Un método para organizar la vida familiar que permita saber a los componentes de la familia cuáles son las responsabilidades propias y las ajenas. Un sistema para reducir tensiones, con el fin de que las cosas estén claras y que todas las partes sepan con cierta precisión qué puede ocurrir y cuándo. Las normas permitirán además a los padres transmitir y enseñar a los hijos cosas como orden, responsabilidad, valores, actitudes, etc.   Al escoger normas, los padres deben ser muy conscientes de que su objetivo es tratar un comportamiento específico del niño. Las reglas pensadas para cambiar actitudes no serán eficaces. Pero sí pueden controlar lo que hacen: todas las normas deben escogerse  concretamente para conductas específicas que se desee obtener de los niños.

¿Cómo se sabe si una norma sirve o no?
Las normas deben ser razonables, es decir:
El niño dispone de suficientes recursos y tiempo para cumplirla (lo cual no significa un tiempo infinito, sino que si una tarea debe hacerse en un tiempo determinado éste debe ser razonable en función de las posibilidades familiares y las demás necesidades y actividades del niño).
El niño es capaz de llevar a cabo eficazmente lo encomendado.

Los padres deben asegurarse de poder distinguir cuándo se ha cumplido la norma y cuando no:
Las reglas que intentan controlar aquellas situaciones que los padres no pueden comprobar con facilidad suelen ser ineficaces.
Los padres deben ser capaces de decidir si se ha cumplido la tarea simplemente mirando el reloj o revisando los resultados obtenidos.

Hay que describir las normas con detalle.
Las normas deben quedar descritas con suficiente precisión como para que niños y padres sepan cuándo se cumplen y cuándo no.

Las normas se deben establecer en un límite de tiempo.
Las normas que no se han limitado en el tiempo no hacen más que producir discusiones sobre cuándo debe hacerse la tarea o cumplirse lo establecido.
Estas limitaciones de tiempo son necesarias e importantes, porque ayudan a saber cuándo se ha obedecido una norma. Todas las normas deben incluir un límite de tiempo para su cumplimiento, porque ello contribuye a promover el orden y a reducir los desacuerdos, la ansiedad y la culpabilidad; los límites de tiempo proporcionan a padres e hijos la capacidad de predecir lo que puede ocurrir.

Debe existir alguna consecuencia prevista si se rompe el cumplimiento de una norma.

Hay que utilizar aquellas consecuencias que sean importantes para el niño. Los padres deben observar los intereses y la escala de valores del niño/a para saber qué puede usarse como posible castigo.
Castigos y consecuencias deben ser, asimismo, razonables desde el punto de vista de los padres. Los castigos excesivamente severos que provocan culpabilidad o preocupación excesiva en los padres no son buenos castigos.
Los castigos deben ser lo más inmediatos posible y, si es posible, deben aplicarse en el mismo día en que se cometa la infracción. La regla general es que la coherencia vale más que la severidad.
Una vez los padres han decidido cuáles son las normas y cuáles las consecuencias, el siguiente paso es convocar un “consejo de familia” en el cual, si es posible, deben participar padre, madre y todos los hijos que van a quedar afectados por esas normas.
Lo primero que deben hacer los padres es plantear las cosas tal y como ellos las ven; pueden admitir la opinión de los niños para entender como lo ven ellos, aunque eso no sea absolutamente necesario.

Después de exponer el problema deben explicar cuáles son las normas, sus limitaciones de tiempo y las consecuencias que se deben esperar si no se cumplen. Es muy importante que el niño entienda perfectamente cuáles son las normas y los castigos.
Durante todo este proceso, el niño puede intentar resistirse a la norma establecida: no en vano las normas tienden a impedir que mantenga su juego en relación con su propio comportamiento.

Un niño dispone de muchos medios para que el padre se eche para atrás y por ello los padres deben ser conscientes de la dinámica que se está desarrollando. El objetivo de los padres es mantenerse firmes; si el niño consigue que los padres retrocedan, la batalla está perdida para ellos. Los padres no pueden aceptar desafío alguno cuando se trata de establecer normas.

El niño debe empezar a hacerse responsable de la tarea, y si el padre se la recuerda, es él quien está cargando con la responsabilidad. Hay que esperar que el niño recuerde qué debe hacer, cuándo y cómo hacerlo; no hay que recordarle nada.


d) La importancia de ser coherente:

La coherencia es una manera de informar al niño de que los padres piensan realmente lo que dicen. Una aplicación coherente de la regla y un castigo suave acabarán por tener más efecto, a largo plazo, que la incoherencia y los castigos severos.
Siendo coherentes, los padres ayudan a sus hijos, especialmente a los más pequeños, a sentirse seguros. En el caso contrario, los hijos sufren ansiedad, porque no son capaces de predecir qué es lo que van a hacer sus padres. Casi da la impresión de que el mal comportamiento de los hijos no es sólo consecuencia de su ansiedad, sino también un sistema para pedir a sus padres que les pongan límites.
La aplicación coherente de buenas normas promoverá el orden y la disciplina en la familia,dará seguridad y contribuirá a que todos ofrezcan una mejor disposición. 


 

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